Todo para mí fue tan repentino. Recibí un llamado a una entrevista de trabajo para el día lunes en un lugar cercano a la CDMX. Cuando me enteré era un viernes por la mañana. Ese mismo día me decidí, el sábado compré ropa, maletas y objetos para el uso personal. Además, acordé con un señor local que le rentaría un cuarto. La noche de ese caluroso sábado, partí desde mi casa, desde donde provenían mis raices, y me embargué hacía una aventura en un lugar desconocido. El trayecto fue largo, llegué a la central de la CDMX, y luego, transborde en una línea local hacia el pueblo mágico donde vivo hoy y trabajo. Tuve miedo de que me asaltaran, les soy sincero; son estigmas que tengo de los chilangos). En fin, llegué el domingo en la mañana. Llamé al arrendatario para encontrarme con él y ocupar su cuarto. Sin embargo; me contestó que se lo había rentado a una chica justo después de haberlo acordado conmigo. No sabía que hacer, así que, porque no me quedaba de otra, me hospedé en un Motel (que dicho sea de paso, estaba muy lindo) mientras encontraba otro cuarto. Se notaba que le iba bien al negocio, porque a cada momento, se escuchaban parejitas acaloradas en las habitaciones conjuntas. Por el momento es todo por hoy, saludos.