Del día que empezó como un largo camino, mis ideas se iluminaron. Yo puedo, yo soy, yo voy. El mundo era un lugar más claro, más nítido, intenso.
Y un día me sentí mejor, supe que estaba sanando por dentro, supe que mi corazón estaba dándose a sí mismo una segunda oportunidad y que debía aprovecharla. Entendí que mi alma, el dolor en ella, estaba desapareciendo.
En mucho tiempo y por primera vez, sentí orgullo de mí misma y de todo lo que había logrado. Sentí que estaba en el lugar indicado, con las personas indicadas... Y todo, por una sonrisa.
Me di cuenta que no me siento sola, que hay gente para mí y que cuando me creía intocable o desvalorizada, en realidad, nunca había sido así. Yo puedo ir por lo que quiero, lo que creo; yo puedo decir que no y decir que si. Yo puedo ser yo, ser amiga, compañera, ser amante, ser mujer. Yo puedo lograr todo lo que quiera, solo es cuestión de cortar el hilo entre mi represión y mi capacidad, porque yo puedo. Yo ya me siento capaz. Voy a ser ingeniera, voy a ser escritora, voy a ayudar a las personas. Voy a lograr todo lo que quiero... No, estoy lográndolo.