Mi adorada, tus ojos destellan como las estrellas que danzan en el firmamento, y los lunares de tu piel son constelaciones que guían mis sueños. Tu aroma, un susurro de primavera, evoca la fragancia de las flores más exquisitas. Eres tan hermosa como una rosa en plena floración, delicada como la bugambilia y suave como la seda más fina. Permíteme ser quien rinda tributo a la belleza de tu cuerpo y a la profundidad de tu alma, quien anhele y respire tu esencia, quien se embriague con tus recuerdos y te ame a través de las eternidades.