El mensaje que quiero dejar con este libro a las mujeres que quieren vivir la sumisión :
          
          
          
           “La sumisión no es desaparecer. Es elegir, con poder, a quién te entregas.”
          
          
          
          Mensaje central del libro:
          
          La sumisión no es debilidad, es decisión.
          No te hace menos libre, te da otra forma de libertad:
          la de entregarte en confianza,
          la de explorar los bordes de tu deseo sin miedo a que te devoren.
          Tú eliges a quién le abres la puerta.
          
          El consentimiento no termina cuando empieza el juego.
          Un verdadero dominante no necesita destruirte para gobernarte.
          Te guía, te cuida, y sobre todo…
          te escucha.
          Incluso cuando estás atada, tu “no” sigue siendo absoluto.
          
          Lo que arde no siempre abriga.
          El BDSM no es excusa para revivir viejas heridas sin comprenderlas.
          No todo dolor sana, y no todo placer libera.
          Aprende a identificar la diferencia entre sumisión erótica
          y dinámicas de poder abusivas.
          
          La ternura también es dominación.
          Los mejores dominantes no son los más duros.
          Son los más presentes.
          Los que no necesitan humillarte para poseerte.
          Los que reconocen tu fuerza incluso cuando te arrodillas.
          
          No estás rota si dudas, si temes, si huyes.
          Muchas llegamos al BDSM con cicatrices.
          Pero este camino, si se recorre bien, no las empeora:
          las transforma.
          
          
          En resumen:
          
          Este libro no es solo una historia erótica.
          Es un espejo para las mujeres que han confundido sumisión con abandono.
          Es un mapa para las que buscan ser sostenidas, incluso cuando se entregan.
          Es una advertencia para las que necesitan escuchar que no están solas.
          Y sobre todo,
          es una promesa:
          la sumisión bien vivida no te apaga.
          Te enciende.