Ansió escuchar aquello que tanto me gusta, quisiera escucharlo, tan sencillamente compuesto pero fascinante al oído, a mi oído, como aquella sonata de Mozart, y es que lo necesito para entender que esto sigue en pie o entender que colapso....
Sucede que mi tímpano murió, se desgarró y envolvió en sus pedazos punzantes de dolor, lo destrozaste, jamás había escuchado algo igual, no era lo suficiente maduro, pero no te importo, se quebró y desfalleció trágicamente, lo último que recuerdo es escuchar los cortes sobre él, el ruido que emanaba de cada parte cayendo al suelo...
-Adiós... Y mi tímpano no resistió, vilmente... Lo asesinaste.