“Los pasos de la multitud resuenan por el patio, niños y adolescentes caminando por el lugar, conversando con amigos o familiares. ¡Quizás con simples compañeros o hasta con maestros! Pero, sin importar qué, siempre siendo acompañados por la presencia de alguien más, de una persona que los ilumine u oscurezca a su lado. Un par de ojos, o tal vez solo una sonrisa. Quizás ninguno de estos, pero al menos una compañía”.
“Algunas de estas siendo buenas personas, otras tantas siendo influenciadas poco recomendadas. Pero, de una u otra forma, siempre pasando por el mismo camino de ellos, hablándoles, haciéndolos reír, o manipulándolos. Causando uno que otro daño, o uno que otro arreglo, pues cualquier cosa puede llegar a pasar, solo depende de la persona que tenga la posibilidad de actuar”.
“Sin embargo, entre las sombras, cierto joven se encontraba. Alguien con una vida de desgracia tras desgracia, y lamento tras lamento. Casi como si la mala suerte lo persiguiera, atormentándolo hasta con la más mínima de las ocasiones. Lo cual, al final de todo, lo llevó a pasar por miles de perdidas”.
“Ahora él no tiene a nadie, solo a las sombras que lo acompañan en su apagado viaje, que carecía de alegría alguna. Y ya ni siquiera las malas influencias se le acercaban, pues no querían terminar peor de lo que ya estaban”.
«Soledad”, es como se le podría describir.
