Con un revuelo de ideas y entusiasmo.
[...]Era evidente la atracción pero ambos decidieron ignorar las señales en beneficio de su amistad, temían a la incertidumbre del ¿Qué pasaría si...? No querían arriesgar lo que eran con lo que podían o no ser y estaba bien porque ambos en el fondo sabían que ese aire de fantasía que envolvía sus encuentros era frágil, en realidad no temían a la pregunta si no a la respuesta, lo comprendían en silencio y compartían la risa.