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Abril vuelve. Las flores se abren igual que antes, pero no son las mismas. Este poema no pide perdón ni llora lo perdido; solo observa, frío, cómo el tiempo sigue aunque nosotros ya no.
Aunque ya han pasado días desde que comenzó el mes, escribí lo siguiente referente a estas fechas.
Abril:
Abril llega. Puntual.
Glicinas, almendros, fechas en el calendario.
Yo cumplo años. El mundo gira.
Nada se detiene.
La primavera monta su escenario:
madreselvas, sol invasor.
Yo tomo café. La luz rebota
contra el vidrio.
Ahora abril repite su guión:
brotes predecibles, pájaros de siempre.
Trae algo entre los pliegues—
lo que no quise, sigue ahí.
Las flores pisadas no resucitan.
Abril no mira atrás.
Yo cambio. O no.
Da igual.
¿Memorias? Peso muerto.
La ausencia no es maestra, solo ruido.
Pétalos caídos: días gastados.
Nadie los cuenta.
Abril sonríe. Blanco. Impecable.
Vuelve, exacto, indiferente.
La ecuación es simple:
todo florece. Todo se oxida.