No eres la talla de tu jean, ni la anchura de tus hombros. No eres el color de tu pelo, el color de tu piel, ni la marca de tu celular. No te defines por la cantidad de atención que recibes de los demás. No eres la foto de perfil que tienes, ni los "me gusta" que puedas obtener. No eres la polera que muestra su ombligo, ni la musculosa que resalta sus bíceps. No eres el tatuaje ni el aro que puedas tener. Eres las cosas con las que te emocionas, cómo sonríes y las palabras que dices. Eres los sentimientos y los pensamientos que tienes. Tu
manera de hablar, tu forma de saludar. Tu mirada, tus gestos amables. Logras tener belleza no por la forma de tu cuerpo sino por la calidad de personeres que eres.