Al salir de la ducha se vistió apresuradamente y se fue hacia el pasillo. Temeroso, se fue acercando lentamente a la puerta del cuarto de Harry para ver si este ya había quitado el hechizo escudo.
Cuando su dedo índice pasó el perímetro de defensa no pudo hacer menos que alegrarse y se atrevió a abrir la puerta.
Al entrar toda la alegría se le fue a los pies: El muchacho no estaba, se había ido.
Como la ventana estaba abierta supuso que había salido volando en su escoba (maldijo el talento del muchacho), pero...
¿Adónde fue?
El pocionista recorría la habitación de arriba a abajo buscando una nota, o alguna pista, pero no halló nada.
Recordó fugazmente haber visto una hoja fuera de su sitio en su habitación y fue a buscarla. Era la nota de Harry, decía que estaba bien y que no lo buscase...
¿Qué diablos creía el muchacho?
¿Qué estaba en un hotel donde pudiera largarse cuando le plazca?
Y más aún...¿Cómo creía que no lo buscaría y que no se preocuparía?
Medio enojado y me dio preocupado,
Severus rogaba a Merlín que Potter no haya decidido perderse en Londres muggle, por que de ser así, con el maldito de Sirius Black suelto... Podría estar muerto.
Ante ese pensamiento se alarmó de verdad y cuando estaba a punto de ir a ver a Dumbledore, un ruido lo hizo sobresaltarse: Era Hedwig que traía una carta.
Severus se apresuró a abrirle para que pasara... podría ser una carta de Harry la que traía.
Pero se equivocó. La carta era Granger y con sorpresa vio que iba dirigida hacia él.
La leyó y se tranquilizó al instante. Harry estaba a salvo en el caldero chorreante.