Odio madrugar los sábados y acostarme muy temprano los viernes. Odio tener que repetir una y otra vez las cosas, pero en cambio me encanta que me las repitan. Necesito sentirme siempre querida, pero también soy cariñosa con la gente que me da un buen trato y en ocasiones mucho más con las que me ofrecen un mal trato. Me encanta dar besos y también necesito que me den uno cada día, para sentirme bien y ser feliz. Soy de las que se pasaría la vida entera llorando cada vez que veo una película de amor, de esas historias tan bonitas donde todo es perfecto. Soy de las que se ponen a dieta y no duran ni horas. No me gusta para nada que me hagan daño, pero a veces lo hago yo. Detesto esperar, pero algunas veces dejo a los demás esperando por mí, aunque eso me haga sentir avergonzada. Soy de las que podría vivir perfectamente sin reloj, es más, me encantaría vivir sin él. Puede que a una hora me veas la persona más feliz del mundo y a los cinco minutos tenga ganas de llorar. También soy de esas que les cuesta dar el primer paso, de las que les tiembla la mano con cualquier cosa. Soy de las que luchan por lo que quieren y no paran hasta conseguirlo. Nunca me decido por nada, un día quiero una cosa y al día siguiente puedo querer todo lo contrario. Puedo tener millones de defectos, pero no soy de las que se rinden fácilmente, soy de las que siguen adelante y no tiran la toalla. Me encanta escuchar canciones tristes y pensar que podría estar peor. Soy lo más pesimista del universo. Odio los lunes y soy fan de los viernes. Detesto a las personas falsas. Me encanta hacer reír a la gente. No soy excesivamente sociable, pero a veces soy muy confiada con desconocidos y muchas veces desconfío de mi gente. No soporto que mi madre me diga lo que puedo y no puedo hacer. No tengo pájaros en la cabeza, tengo un palomar entero. Soy una mentirosa compulsiva, pero me puede más la conciencia y acabo confesando, no aguanto más de dos días enfadada con alguien que realmente me interesa.