Hoy me encuentro frente a ustedes, pero no soy el mismo de antes. He perdido mucho en este tiempo: una cuenta que contenía historias que ya no puedo recuperar, portadas que ya no existen, y tal vez algunas partes de mí que se quedaron en ese pasado. Pero hay algo que nunca perdí: mi esencia.
Mis palabras siempre han sido oscuras, como un reflejo de lo que soy, de lo que he vivido, de lo que me consume en silencio. No soy alguien que busque lo brillante o lo bonito. Soy el que encuentra lo sublime en la oscuridad, el que ve lo profundo y lo prohibido en donde otros prefieren no mirar. Aunque mi cuenta anterior se haya ido, mi voz sigue intacta, y mis historias también.
Este tiempo de pausa no fue para olvidar, sino para renacer. Y aunque mis portadas y versiones anteriores se desvanecieron, lo que permanece es lo que he creado, lo que está en mi alma, y lo que sigo siendo. Las piezas del pasado pueden haberse perdido, pero el alma que las construyó sigue aquí, más fuerte, más definida.
Sé que mis relatos no son para todos. No busco agradar ni endulzar mis palabras. Mis historias nacen del caos, del dolor, de pasiones profundas y arrebatos humanos. Si alguna vez algo en mis escritos te tocó, si alguna vez te hizo sentir, quiero que sepas que eso sigue siendo lo que soy.
Así que, si alguna vez creíste que mis relatos eran solo un escape, quiero que sepas que ahora son un reflejo más cercano de mi alma. La oscuridad ya no es algo que temo, es lo que abrazo. Y si te atreves a seguirme en este viaje, tal vez encuentres algo en lo profundo de mis palabras que te hable de ti también.
Gracias por darme otra oportunidad. Este es el comienzo de una nueva etapa, más intensa, más real. Y te invito a adentrarte en ella conmigo.
Con lo que soy.