Hoy el corazón se nos estruja al despedir a Haru Urara. Nos dejó esta madrugada, con tan solo 29 años, víctima de los cólicos. Se fue al cielo, a galopar junto a sus compañeras. Solo puedo decir: gracias, Haru Urara, por mostrarme que caerse no es el final, sino una oportunidad para levantarse con más fuerza. Gracias por enseñarme que siempre hay algo que aprender, incluso en la derrota. Me siento afortunado de haberte conocido, aunque sea a través de tu historia. Tu partida nos tomó por sorpresa, pero sé que ahora estás en un lugar mejor, corriendo libre y feliz. Gracias por todo, pequeña Haru Urara. Descansa en paz, mi campeona.