Las palabras son los puentes que construyen mi realidad. Cada vez que me enfrento a un papel en blanco, me siento en casa, mi mente comienza a fluir y a deshacer todos mis pensamientos. Es allí donde me desarmo para poder armarme de nuevo con un nuevo propósito, una nueva visión, una nueva historia por contar.

Es en ese momento de vulnerabilidad donde encuentro mi mayor fortaleza, porque es en la creación de algo nuevo donde encuentro mi razón para seguir adelante.

Para mí, tener un folio en blanco y un lápiz es más que un simple pasatiempo, es la mejor terapia que existe. Poder plasmar mis ideas y emociones en papel me permite liberar todo lo que llevo dentro de mí y encontrar la paz y la armonía que necesito.

A pesar de que este mundo puede ser un lugar caótico y desquiciado, yo sigo siendo una soñadora, buscando siempre encontrar la belleza y la esperanza en medio de las dificultades. Para mí, estar loca en un mundo desquiciado no es locura, es una muestra de cordura y valentía.

Así que sigo adelante, intentando creer en el mundo y en mis propias capacidades para cambiarlo a través de la palabra escrita. Cada día me levanto con la convicción de que mi escritura puede inspirar a otros a hacer lo mismo y así lograr que este mundo sea un lugar mejor.