—¿Prometes no alejarte de mi? —el muchacho de abultados belfos y bella sonrisa habló susurrando, como si aquella reunión en el balcón del palacio donde ambos se encontraban fuera un momento de niños compartiendo sus secretos.
—Lo prometo, mi hermoso príncipe —se arrodilló ante él y tomando una de las manos de su contrario profesó—. Prometo hacerte feliz el tiempo que nos quede, mi ángel. Juro que aunque la lluvia caiga, la oscuridad nos aseche, el tiempo esté en nuestra contra o el futuro nos aleje, siempre estaré junto a ti —dirigió su mirada a aquellos orbes grises que poseía su amado—. Porque incluso si la distancia nos separa, nos encontramos viendo el mismo cielo.
Besó el dorso de su mano y JiMin se arrodilló frente a él sonriendo con algunas lágrimas de completa felicidad brotando de sus ojos y desplazándose por su mejilla. JiMin beso a su acompañante para sellar aquel juramento del cual las estrellas eran testigos, sin embargo, no esperaban que alguien más se encontrara escondido observando aquella escena tan romántica con el corazón hecho pedazos y una oscuridad siniestra brotando lentamente de su destruido corazón.
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