En tiempos en que todo se expone, cuidar la intimidad pareciera ser un consejo extraído de manuales de conducta de siglos pasados. Con todo, en el marco del manejo de las relaciones personales, se trata de un elemento fundamental. Por mas que vivamos tiempos de apertura, la intimidad conlleva elementos de nuestra personalidad o de nuestra historia de vida que no es tan sencillo exponer, pues hacerlo nos lleva necesariamente a una posición de vulnerabilidad que ni todas las personas saben manejar ni, por otro lado, debería manejarse en cualquier situación. Nuestros amigos cercanos, algunos miembros de nuestra familia, nuestra pareja, quizá otro tipo de persona en quien también confiemos (un maestro, una figura tutelar, etc.): he ahí un círculo íntimo, con quienes es posible mostrarnos vulnerables porque sabemos que no se aprovecharán de esa circunstancia para herirnos o lastimarnos, sino más bien lo contrario: buscarán cómo protegernos.