NO VINE A COMPLACER
(Manifiesto para un lector que aún no ha llegado)
Llevo menos de una semana en esta plataforma.
Apenas un par de pasos dados —y ya siento que camino en un terreno donde todo debe ser rápido, fácil, digerible.
Pero yo vengo de otro lugar.
Vengo con los ojos cansados de leer clásicos.
Con la lengua afilada por la filosofía.
Con las manos manchadas de poesía que no se rinde al algoritmo.
He leído con paciencia decenas de textos aquí. He escarbado. He querido encontrar voces que me sacudan.
Y salvo una excepción luminosa, lo confieso: me he sentido sola.
Sé que no todos buscan lo mismo.
Y respeto profundamente a quienes escriben desde sus pulsos más íntimos, como también a quienes encuentran en estas letras un refugio, una fuga, un juego.
Pero yo no puedo conformarme.
No quiero escribir para encajar.
No vine a domesticar mi lenguaje ni a traducir mis abismos.
Tal vez mi escritura sea demasiado encriptada.
Tal vez pida un lector dispuesto a quedarse más de cinco segundos antes de deslizar el dedo.
Tal vez sea incómoda.
Y no voy a disculparme por ello.
Porque me he prometido no ser tibia.
Porque ya he sido arrastrada antes por corrientes que exigen silencio, mediación, “salomónica neutralidad”.
Y no. No más.
Esto no es un juicio.
Es una declaración de intenciones.
Si estás buscando versos que se abran como grietas,
si te interesa más la fisura que el cierre perfecto,
si alguna vez te sentiste fuera de lugar por escribir “demasiado raro”,
quizá podamos reconocernos.
Aquí estaré.
Escribiendo desde el desasosiego.
Esperando a ese lector que también se ha cansado del lenguaje fácil.