Mi pseudónimo, Morador Noctámbulo, revela una faceta oculta de mi existencia: el lado que se despierta cuando el mundo duerme, cuando el silencio se convierte en lienzo y las palabras son los trazos que dan vida a ese vacío. En esos momentos, la escritura es un refugio, un espacio donde puedo explorar, sin restricciones, el vasto universo de las emociones y pensamientos humanos.

Lo que me apasiona de la escritura no es simplemente el acto de plasmar palabras en un papel, sino el poder trascendental que conlleva. A través de la escritura, podemos viajar en el tiempo, revivir momentos pasados o imaginar futuros lejanos. Podemos construir mundos, crear personajes y sumergirnos en sus vidas como si fueran nuestras. Es una danza entre lo conocido y lo desconocido, entre lo tangible y lo etéreo.

Cada vez que tomo el bolígrafo o enfrento un teclado, siento un compromiso con aquellos que se aventuren en mis historias. Como Morador Noctámbulo, tengo el deber de guiarlos por senderos inexplorados, ofrecerles destellos de esperanza en medio de la oscuridad o, simplemente, ofrecerles un espacio para reflexionar sobre su propia existencia.

Invito a mis lectores y futuros lectores a sumergirse en este viaje literario, a dejarse llevar por las corrientes de las palabras, a descubrir la magia que se esconde tras cada oración y a encontrar, en los rincones más oscuros de la noche, la luz que la escritura puede ofrecer. Porque escribir no es solo un oficio o una pasión, es un acto de amor hacia la humanidad y su incansable búsqueda de significado.