Sé que no debo mirar atrás para saber lo mucho que he cambiado, eso lo puedo notar de inmediato pero algunas veces, solo algunas, me gusta voltear la cabeza y encontrarme contigo parada en una de las peores etapas de mi vida pero que sin embargo se convirtió en la más memorable y hasta cierto punto alegre.
Estás ahí de pie pero dándome la espalda. No sabes cuánto duele, y no porque me hagas eso sino porque eres tú específicamente quien lo hace, eres tú quien me había dicho que estaría a mi lado en los peores momentos, eres tú quien permití que se acercara a mí, tú a quien le abrí la puerta solo para que me escupieras en la cara.
Escribo esto no con coraje o enojo, escribo con tristeza y decepción. No espero que esto lo llegues a leer, lo escribo para mí.
Pienso en ti ahora y solo puedo sentir arrepentimiento por las cosas que no dije en su debido tiempo y porque ahora me tratas de una forma tan fría que siento pena por mí misma. Hablabas de mí y me mirabas de una forma tan única que muy pocas veces dudaba de que mis sentimientos eran correspondidos pero las pocas veces que lo hice fueron las más importantes.
Hace tanto que no hablamos.
Pero no creo que hablar pueda ayudar en algo, fuiste por un camino distinto y decidiste dejarme atrás solo como un mal recuerdo, yo te guardo como un recuerdo dulcemente doloroso.
Termino de escribir esto y solo pienso que no hay nada más que decir. Siempre que escuchó tu nombre procuro escuchar con atención para saber que estás bien.
Siempre fui un hombro en el que podías llorar y apoyarte, me prometías que estaríamos siempre juntas. Soy una estúpida por creerme tal cosa, soy una estúpida por enamorarme de ti, soy una estúpida por estar escribiendo esto y soy una estúpida por creer que por solo un momento pude confiar en alguien.
Fue un error, fuiste un error. Y poco a poco te convierte en un recuerdo doloroso, miro adelante y tu frialdad parece cambiar a arrepentimiento.
Aléjate, por favor.