El día era caluroso por lo que llevaba el pecho descubierto con varias joyas adornado su cuello, entre ellas dos brazaletes de oro y tres plumas; verde, blanca y roja en su cabello azabache. En sus hombros y pecho resaltaban varias tatuajes así como sus innumerables cicatrices en todo el cuerpo, la mas llamativa era la que cruzaba a la mitad de sus labios.
Volar era bastante agotador pese a sus enormes alas onix e incluso hacerlo sin el debido cuidado podía causar deshidratación extrema a causa de la altura por lo que estaba cubierto con lodo, un protector natural. Según lo que había escuchado la casa de aquella Deidad debía estar cerca, al menos eso esperaba, de lo contrario daría mil vueltas mas de ser necesario. Fue entonces que reconoció el cabello lila que le habían descrito con aquella mirada carmín que siempre era amigable.
Descendió con extremo cuidado y tan rápido como le fue posible, aterrizando sobre una de sus piernas con la otra flexionada donde recargo una de sus manos en su rodilla.
—¡Es un honor estar en la presencia de su Santidad! Para demostrar el gozo que es poder apreciarle le entregare un sacrificio digno de usted —tomo su cuchillo de obsidiana y elevo su brazo apuntando directo a su propio pecho, donde estaba su corazón, fue entonces que recordó algo por lo que se levanto. Sacudió todo su cuerpo tal como lo haría un ave, esto para quitarse la mayor cantidad de tierra de encima, lo mas posible es que a Mu no le agradara la suciedad como a su amigo Shaka así que debía verse presentable. Volvió a arrodillarse y a elevar su brazo listo para ofrecer su corazón como sacrificio a Mu.
