Te cuento que en la escuela pusieron una placa en tu nombre y de la buena bibliotecaria que te ayudó en tantos momentos. Sé que la sufriste. Vos más que nadie. Poco tiempo después fuiste a acompañarla en lo que espero, sea un cielo para los dos. La vez que la mostraron, era en un acto de fin de año. Y no pude evitar llorar, lloré mucho e intenté tener la cabeza en alto. No pude. Pero lo que noté es que tu amigo, tu tan cargoso amigo (al que evitaste que le encajara una paliza aquella vez en el centro) también lloraba, también estaba con esa sensación de dolor en el pecho. Parecía que nadie se daba cuenta. Que ignoraban nuestro dolor. Pero está bien, así pasa a veces.
Perdón por no haber ido a tu velorio el día de tu muerte: mi única excusa es que estaba lloviendo y en la casa de mi novio. Perdón. No sabía si lo iba a soportar tampoco.
Nuestra bella Flor también lloró. Quedate tranquilo. Ella también te recuerda. Sé que pasaron parte de su infancia juntos.
Mi último deseo hacia vos, es que descanses en paz. Si Dios está ahí, que te acompañe, que te proteja y te bendiga. Una vez te prendí una velita para que te de luz, pero dadas las circunstancias, la religión y espiritismo, no es muy seguro que te prenda más sin protección. Esa vez me arriesgué, fue con mucho amor y cariño.
Te quiero amigo, siempre vas a tener un espacio en mi mente porque los momentos que pasamos juntos fueron buenos.
En la escuela todos te recordamos como el chico parlante. Medio pesado eras eh.
Suerte, ojalá puedas encontrar la felicidad en otra vida
Sere