Y se sentó bajo el viejo árbol, como lo hacía todas las tardes de aquella lejana infancia, aún sintiendo culpa por lo que acababa de hacer. El sol daba justo en su pálida cara. Levantó la vista para ver el agua que recorría el río y se estremeció. Los pájaros empezaron a cantar en armonía y eso lo hizo sentir aún peor. Esta mañana él estaba a punto de dar su primer concierto con su equipo de coro. Era tenor. Se colocó el sombrero, el cual llevaban todos como una especie de uniforme. Iban a cantar canciones con temática veraniega para darle la bienvenida a esta estación. Ese día se presentaban varios grupos y no solamente cantaban, por ejemplo, antes de ellos, estaban unos chicos que habían actuado. Hicieron un barco de cartón para su show. Cuando les tocó a su grupo presentarse, estaban todos muy emocionados y nerviosos al mismo tiempo. Subieron y empezaron a cantar en perfecta sincronía, hasta que él salió de tono y desafinó. Lamentablemente, no ganaron. Nadie le echó la culpa, pero él sentía todo el peso de esta en sí mismo.