Aquí un pequeño adelanto para el especial de San Valentín (LPM me he atrasado con muchas cosas últimamente)
Asmodeus la envolvió con cuidado entre sus brazos, como si temiera que pudiera romperse con el más mínimo movimiento. Sus manos, normalmente firmes y calculadoras, temblaban ligeramente mientras acariciaba suavemente su espalda. **El peso de los años de miedo, dudas y secretos se desvanecía en ese abrazo**.
Inclinó su cabeza hacia ella, y sus labios rozaron el suave cabello lavanda de Francisca en un gesto lleno de amor y ternura. Era un beso que contenía más que palabras: **promesas de protección, devoción y amor eterno**.
—Francisca… nunca voy a dejar que nada ni nadie te haga daño. —susurró contra su cabello, su voz quebrándose ligeramente por la emoción.
Francisca cerró los ojos, apoyando su cabeza en el pecho de Asmodeus. Podía sentir el ritmo de su corazón, fuerte y constante, un recordatorio de que estaba viva y de que alguien la amaba por lo que era, no por lo que podría ser.
—Lo sé, Asmodeus. —respondió con suavidad, dejando que la calidez de su abrazo la envolviera— Y yo también quiero estar contigo.
Él cerró los ojos por un momento, grabando ese instante en su memoria. A pesar de todas las adversidades, de las mentiras necesarias para protegerla, había llegado a este momento: **ella lo amaba tal como era**.
—Eres mi razón, Francisca. —dijo finalmente, con una sonrisa que apenas pudo contener— La razón por la que creo que este mundo aún puede ser hermoso.
Ella levantó la vista hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de felicidad y confianza.
—Y tú eres mi luz en la oscuridad, Asmodeus.
Ambos permanecieron abrazados, dejando que el silencio del momento hablara por ellos. No importaba lo que les deparara el futuro. Por ahora, lo único que importaba era que estaban juntos, unidos por un amor que desafiaba cualquier límite.