Fue luego a coger la Biblia y la abrió por donde dice: «Y Jehová dijo a
Caín: ¿dónde está Abel tu hermano?» Cerró lentamente el libro,
murmurando: «¿Y dónde estoy yo?» Oyó entonces ruido fuera y se
apresuró a abrir la puerta. «¡Papá, papaíto!», exclamó su hija al entrar.
Aquella voz fresca pareció volverle a la luz. Besó a la muchacha y
rozándole el oído con la boca le dijo bajo, muy bajito, para que no le
oyera nadie: «¡Reza por tu padre, hija mía!»
-¡Padre! ¡Padre! -gimió la muchacha, echándole los brazos al cuello.