Un hombre vendía gritos y palabras y le iba bien. Una noche soñó una palabra dibujada. Pero, ¿cómo puede ser esto posible? Exclamó el tendero de voces al despertar. De inmediato, tomó un tinte y una danza de sonidos, tomaron forma dentro de su cabeza. Una maravilla utópica se proyectaba, donde las personas gritaban la verdad, escondida entre sonidos escritos. El hombre había contado esta locura a su amada esposa mientras esta preparaba unas críticas al fuego rellenas con una mente abierta recién sacada de un refrigerador de letargo ignorante. Ella, de un sobresalto, gritó la primera palabra que vino a su mente. La vio dibujarse en un desfile pintoresco de letras que sonaban como una melodía alegre y silenciosa.
-¡Escritos!-dijo ella. 
-Pues escritos se serán. 

Y en una idea, de un sueño, de un tendero, de una ciudad bulliciosa, nacieron y crecieron, cientos y miles de escritos, que eran el silencio ruidoso.

Bienvenidos.