oh, ¿te frecuentaron el halago a tu atractiva onomástica? resulta tan quimérica que me ladea como un resorte, lleva una mezcla entre lo peculiar y lo abstemio, Salvatore —factúrame la espera para la entrega de un atípico remoquete—. prometo pronto alterar personalmente de éste, tenme paciencia, ¿o existe algún sobrenombre predeterminado por el cual pueda llamarte, o por el cual gustes que me dirija a ti?