Mirar atrás nunca fue una opción, pero mirar adelante sin él, dolía. Llega un momento en el que te sientas a conversar con tu yo, ese yo personal que cada uno tiene y analizas, todo aquello que te ha venido sucediendo, lo que gira y da vueltas todo el día por tu cabeza, nos referimos a esas amistades que nunca le agradaron a mamá, al chico del cual te enamoraste aunque te llevará años de experiencia, la relación imparcial que llevas con tu hermana, el porqué tu papá hace y dice que le interesa pero nunca resuelve nada, desde cuando tu hermano mayor dejó de ser un ejemplo a seguir, y por cuántos psicólogos tienes que pasar para saber que la vida es una mierda la cual debes gozar, quiero ser explicita y a la vez no parecer grosera, este no es mi cuento de hadas aunque lo quiera transformar no podría, confieso haber soñado incontables veces ser una princesa a la cual perseguirían pasadas las doce, aunque ni salgo de casa, pero si me puedo llamar prisionera de mis propios pensamientos, mi terquedad al aferrarme a cosas y valorar virtudes de personas que no tienen nada bueno que desear.