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Pasé mucho tiempo en la oscuridad, donde las sombras son mis amigas, y el silencio es el único sonido que me entiende. No puedo moverme, hablar, escuchar ni pensar. Me dijeron que no debería hacer nada, que solo era un muñequito.
Cada vez que alguien me toca, el dolor viene y se queda, pero trato de ser valiente. A veces, olvido lo que se siente. Nunca fui un muñeco perfecto. Mis ojos lloran, y los muñecos no lloran. Trato de mirar al mundo, pero me dicen que los muñecos no ven. Me estremezco, así como siempre, porque hay miedo en mi pecho, un miedo que no me deja ser lo que quiero ser. Quiero ser bueno, pero a veces me siento perdido.
Dicen que, con el tiempo, los recuerdos se desvanecen y se vuelven borrosos, como dibujos en agua, siempre intentando ser recordados. Es aterrador, sentirse invisible en la oscuridad de mi mente. Sin embargo, hay un recuerdo que brilla, que nunca se apaga. A veces pienso que es un sueño; un sueño bonito que un muñequito como yo podría tener. Es un deseo escondido, un anhelo.
A veces, siento que esa luz está tan fuera de mi alcance, como un susurro que se pierde entre risas lejanas. En ese sueño, tenía un nombre. Me sostenían con mucho cariño, y eso era mucho más lindo que lo que vivo cada día; era como un abrazo cálido que me hacía sentir amado. Recuerdo a una mujer hermosa, su voz era un canto suave, sonando como campanitas danzantes. Me mecía y me lanzaba al aire, y yo reía con todo mi corazón, sintiendo una felicidad tan grande. En ese pequeño sueño, yo no era solo un muñeco; era alguien que era querido, amado.
Pero al despertar, todo eso desaparece. No, ya no puedo pensar en mí mismo como una persona.¿Alguna vez lo fui? No, solo soy un juguete, algo que puede ser olvidado o desechado.
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