Es curioso, cómo de repente todo cambia. Anoche estabas aquí: a mis pies, en el sofá, jugando con los calcetines, robándole las gomas del pelo a mamá para esconderlas en uno de tus sitios favoritos.
Sin embargo, esta noche me faltas. Un vacío muy importante se apodera de mí cuando no te veo mirando como mamá hace la cena. Un dolor en el pecho se acumula cuando no te veo entre mamá y papá viendo la televisión y mirándome con superioridad porque sabes que eres la reina de la casa.
Sé que me han faltado mil cosas que darte. Mil cosas que decirte, y mil besos y te quieros darte.
Quiero pensar que mañana estarás aquí despertándome para salir a pasear con tu pelo negro brillando con los primeros rayos de luz y que la nariz se te ponga húmeda por una mezcla de frío y agitación al correr.
Te dejo la puerta abierta. Sé que no vas a volver. Sé que nunca más voy a poder ver esa mirada de ojos oscuros. Sé que ya no me vas a empujar para que salga a bañarme al jardín, y sé que nunca más te veré disfrutar de la piscina.
Te juro que te he dado todo lo que he podido darte, y no hay nada que más quiera en el mundo ahora que abrazarte y sentirte junto a mí.
Daría cualquier cosa por poder volverte a ver ahora mismo, y aunque fuese por un segundo decirte te quiero, y un profundo adiós.
Sin duda, has sido una de las mejores perritas que he tenido, y sólo espero que allá donde estés te cuiden bien. Diles, que te gustan las caricias, y que en verano a veces te huelen las patas a queso y que sin saber porqué te gusta olerlas. Diles, que te gusta bañarte por tu cuenta, y que en cuanto oyes el ruido de la ducha corres a la otra punta de cualquier lugar. Diles, que te gusta el fuet y que a las cuatro es la hora de la siesta. Diles que los calcetines son para jugar y no para ponérselos engp los pies. Diles, que te hemos querido como uno más en la familia y que siempre te querremos.
Diles que nunca me olvidarás, porque yo, Fosca, jamás lo haré.
Gracias por todo lo que me has dado,
Te quiero.