OMC-TAR
Más allá de las estrellas y de todo lo conocido, en la tan llamada "zona negativa", se encuentra el palacio de los Superiores, seres que, como dicen su nombre, son superiroes al resto, siendo ellos los creadores de toda la existencia, con su respiración crearon el espacio, su caminata crearon las estrellas y los planetas, y con su grandeza les dieron vida. De momento, no son importantes, están ocupados con los millones de universos que tienen como para estar en su palacio, lo que les deja un lugar libre para dos jóvenes dioses. —¡Detente Ereshkigal! Grito un jovensuelo que vestía una túnica con una suave y fina seda, miraba al contrario, el Dios de la Guerra: Ereshkigal Takesatet. —Está bien, solo es el esqueleto de un animal, no te pasará nada. Takesatet, soltó el esqueleto, él era una amenaza para cualquier ser, ya que quien sea que entre en contacto con él, se pudrira hasta hacerse huesos.
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Casi que le gritó a su compañero, y eso provocó que Ravuima saliera corriendo, arriesgándose con perderse, y Old Man, se vio implicado en eso, ya que si vuelve con los Superiores sin Ravuima, lo matarán. —¡Espera no!. Ravuima, mientras corría, no se dió cuenta que había un abismo gigante en frente suyo, el Dios de la vida no logro parar a tiempo y termino por resbalarce por el fijo, para posteriormente caer, salvó que, Old Man llegó en su rescate y sin querer, en vez de agarrarlo de la mano o tirar de su ropa, lo agarro de la cintura, lo que provocó un asco horripilante en el Dios de la Guerra, y lo soltó, Ravuima volvió a caer y Ereshkigal entró en pánico, así que libero sus alas y cayó en picada para ver si podía alcanzar a su amigo. Continuara. . .
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El contrario no insistió, sabe que a al otro no le gusta, entonces solo lo guío hacia una habitación en la que estaba el portal para ir a su mundo, Zantherea. —¿Cómo dijiste que se llama tu mundo?. —Zantherea —¿Zanahoria? Rukalpha se quedó quieto mirando indignado a Old Man, esa lagartija se pone cómica cuando quiere. —Ok, ya entendí. Cuando ambos cruzaron ese portal, Ravuima se emocionó tanto que se tiró al suelo a darle besos a la tierra, su compañero lo miraba con una ceja arqueada y le dió una patada en la cabeza para que deje de hacer eso, fué una patada suave, claro está. —Ah, como te decía, ¡Bienvenido a mi mundo!. Old Man miraba sin emoción el paisaje, era grande y más de la mitad repleto de plantas, pero era tan saturado a su vista, hasta los animales se le hacían incómodos. —Bien, ya ví todo, esto es una completa mierda, ¿Cómo puede gustarte?. Su amigo, que esperaba una reacción positiva ante todo esto menos una así de sincera, hizo que todas sus iluciones sobre un Old Man feliz se cayeran a pedazos. —Ten más respeto. ¡Y a mí me gusta!. Sus gustos eran muy opuestos, uno amaba los paisajes vivos mientras que el otro quería ver el mundo arder. —Eres un amargado, no te gusta nada. —Te recuerdo que tú insististe. —¡Solo quiero que nos llevemos bien!. El Dios de la guerra, frunció el seño y apretó el puño. —¡Tú y yo nunca nos vamos a llevar bien!, ¡Tú eres la estúpida y miserable vida mientras que yo soy la muerte!, ¿Entiendes eso, Ravuima?, nos odiamos por naturaleza, así fuimos creados.
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—Ja, suena como una forma que tomaría en el futuro. El ahora llamado Old Man, bufó con radiante enojo, estaba posiblemente celoso que le dieran más atención a Ravuima que a él, o que lo mimen mucho, que lastima que él es un Dios de la guerra y muerte, obviamente no va a ser tan bien recibido como su amigo. —Como sea, yo me voy. Para Old Man, el tiempo es oro y él no piensa derrochar dinero. —¡Hey espera!, ¿Quieres ver mi planeta?. Old Man, río con incómodidad y volteo a ver a Ravuima. —¿Ver tu planeta?, ¿Por qué quisiera ver tu estúpido amargo planeta?. Ravuima pensó un poco, podía irse a verlo tranquilamente, pero quería compañía, sentirse solo es algo común de él e intenta ahogar ese pensamiento con la presencia de alguien más, independientemente si esa persona quiere estar ahí por voluntad. —Porqué pienso que sería divertido. La lagartija roja se le quedó mirando serio y sin pizca de gracia. «¿Habla en serio?», se preguntó en su cabeza. —No. —¡Porqué eres así!, intento ser un buen amigo. —¿Disculpa?, tú y yo no somos amigos. —¿Cómo que no?, fuimos criados juntos, somos nuestras únicas compañias. —Eso no nos hace amigos. Ravuima sintió un leve sentimiento de tristeza, su mueca se transformó en una de melancolía. —¿Lo dices en serio?, Quería compartir un momento entre nosotros dos. Old Man, suspiró hondo, no creía que iba a hacer esto. —Esta bien. Iré contigo. —¿en serio?, ¡Gracias!. Ravuima, quiso agarrar de la mano a Old Man, quien solo se alejó de él e hizo expresión de asco. —Ni lo pienses.
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