Si mañana no vuelvo quiero que sepas que lo intenté. Que intenté todo lo que pude, hasta que me ardió el alma y me sangró la voz. Corrí lo suficientemente rápido, hasta que se durmieron las rodillas y estas me dejaron caer. Tiré golpes al aire sin mirar, cada una con toda la fuerza que puede ofrecer mi cuerpo de 50 kilos. Sentí los rasguños en mi piel y no dolieron. Entendí que el dolor físico no duele tanto como la incertidumbre de no saber lo que te depara.
Podría haber peleado más, con más de dos hombres a la vez. Es difícil y turbulento pensar en los “podría”. Podría haberlo hecho pero eso lo digo ahora. En el momento se te congela la sangre. Todo lo que creíste saber que harías para evitarlo ya no sirve cuando entendes que sos la próxima. Todos los planes A y B que pensaste aquella noche en la que soñaste esto se vuelven obsoletas al escuchar un auto frenar a toda velocidad seguido de un grito seco y decidido. Sabes por desgracia que él está seguro de lo que hace y vos, varada en la miseria de saber que ya no es un sueño.
Hice todo lo que podría haber hecho para impedir esto. Segui cada uno de tus consejos. Caminé rápido, deje de confiar en todos, no hablé con nadie en la calle. Salí de día por lugares poblados, con comercios abiertos. Nada fue suficiente.
Quiero que sepas que si mañana no vuelvo pelee todo lo que pude. Por vos y por cualquiera. Que lo intenté, lo intenté tanto que no volví. O quizás sí, volví pero solo una parte de mi. Una parte o una tercera parte de lo que soy, se secó.
Volví o no, en pedazos. Me separaron por partes, me quitaron las ganas, me sacaron el aliento. Respirar por inercia, porque sí, por costumbre.
Y si no vuelvo quiero que entiendas que te amé con cada parte de mi alma. Que el corazón y la vida tienen límites pero el alma es infinito así que reafirmo y corrijo: te amo con cada parte de mi alma eterna. Que no caduca y no posee fecha de vencimiento al dorso del paquete.