《He pasado horas sumergiendo mis ojos en un sistémico mundo de abstracción numérica. La canícula ocular ha llegado hasta su apogeo y mi cuerpo hasta su decadencia. Traspello las hojas y extiendo las extremidades. Me sitúo en una ilusoria y cósmica bahía desde la cual puedo observar todos los mundos. Ahí, céntrica, la mímesis del mundo real se asoma tras una ventana. En el alféizar el casi cadáver moribundo de una abeja me saluda. Mi madre la hubiera acobijado y posado en una flor. Yo no le encuentro sentido ni razón. Bate sus alas hasta dar el último suspiro. Su alma vuela. Surcando las nubes y la cumbre de rascacielos, un ave rapaz extiende sus alas, inmensas tapan el sol. Escéptico, parpadeo. Ya no está el ave silvestre que no debería ser en una ciudadela, y sí el ser del antófilo difunto. Debieron ser las alucinógenas matemáticas destruyendo mi baluarte.》
Estoy consumida de lecturas en la U, pero no puedo evitar distraerme con cada palabra que desconozco, querer escribir y utilizarlas. Me plasmé en Akaashi, quizás lo utilice para Alzheimer's Experience.
En Julio prácticamente no tuve vacaciones como había planeado a causa de algunas circunstancias; SIN EMBARGO, sigo avanzando, paso a pasito, suave, suavecito, pero para adelante.