Él entró en la cafetería como si el mundo le perteneciera, y quizá, si lo hacía.
Cabello oscuro, sonrisa arrogante, mirada que quemaba, una presencia que paralizaba el aire.
Nadie sabía quién era, pero algo en su mirada peligrosa me decía que no pertenecía a este mundo.
Desde su llegada, comenzaron los cambios: asesinatos, desapariciones...
Había algo salvaje en el, algo peligroso y prohibido, siempre estaba cerca, siempre mirandome, un deseo oscuro me consumía sin explicación.
Yo lo sospechaba. No era humano.
Y sin embargo, no podía alejarme.
Por qué ya era tarde, me estaba enamorando del chico malo...de otro planeta.
Enamorarse de un extraterrestre no solo rompe las reglas... rompe mundos.