Ahora que estoy comenzando a reconstruir mi mundo, que con sangre sudor y lágrimas voy superando todo ése dolor, Meraki, no estás ahí. Sé que me odias, sé que de alguna u otra forma te hice daño... No sabes cuánto lo siento, sé que tal vez si nos encontramos tu mirada sólo mostrará decepción y desprecio, sin embargo, seguiré mirando las estrellas pensando que en algún rincón de tu alma haya un pequeño espacio para perdonarme alguna vez. Te quiero Meraki, sigue brillando de la forma tan especial en la que lo haces.