¿Qué haces cuando tienes niños a tu lado, a tu cargo, y tienes que escucharles, apoyarles y acompañarles en un día donde no tienes ganas ni de moverte?
Un día donde el pecho duele y los hombros pesan con la intensidad de estar cargando con tanto y con nada a la vez.
Ser maestra es lo más bonito, pero cuando me siento agotada o mal, todo se vuelve pesado. Acompañar a alguien sin estar al 100% es complicado y siento que no estoy dando lo mejor de mí. Me da miedo que mis alumnos se den cuenta, que no aprendan bien, que yo no esté respondiendo como debería.
Pero, al mismo tiempo, sin querer, ellos me dan un poquito de energía. En los días donde estoy medio bajoneada, ellos siempre tienen algo que me levanta, algo que me recuerda por qué estoy aquí.
Y aunque ahorita tenga ganas de llorar y de no hacer nada… voy a estar bien.
Hoy va a ser un buen día. Y si no lo es, mañana lo intento otra vez.
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24.11.2025
