Es como estar cayendo al vacío...
Con cada segundo siento que desciendo más y más hasta ese punto que entró en resignación y dejo de gritar, de llorar, simplemente espero el golpe final para que termine con mi agonía.
Me doy cuenta la magnitud que tienen unas palabras, la fuerza con la que arrasa tu alma.
Me doy cuenta de la veracidad de "las palabras duelen más que los golpes".
Y, mierda, me hubiera gustado recibir el dolor corporal que al tormento de mi alma. Me hubiera gustado que lo hubiera dicho distinto. Me hubiera gustado que jamás lo hubiera dicho.
Pero el hubiera no existe, ahora solo existe el vacío en mi pecho, el sabor amargo de la vida y la espera de una luz que me ilumine o una oscuridad que me consuma.
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