Todo me duele.
No puedo ni quiero expresar nada.
Si alguien me dice que hable, temo a qué las lágrimas vayan a salir por si solas.
Y ya me cansé de que la gente me vea así.
Débil, vulnerable, un florero frágil o una florecita a la que debes cuidar con extremo cuidado.
Esa no es la verdad. Si mucha gente debe tener cuidado conmigo. Pero no porque yo sea una florecita frágil.
Soy una bomba a la cual debes cuidar todos los componentes como si fueran a explotar en cualquier momento.
Mi corazon, protegido por millones de alambres. Mis emociones, encerrados en una caja.
Es como si yo me preocupara más por otros que por mi. Y eso es mejor. Porque así no tengo que concentrarme en lo que yo siento. Y sobre estimularme sintiendo a profundidad cada emoción.
Temor, tristeza, enojo, toda la mezclada. Nunca he probado alcohol sin supervisión, pero ahora se me hace la idea más viable, que contarle a alguien como me siento.
Ya no quiero darle lastima a nadie. Porque siempre termino con el corazón roto. Siempre termino más triste de lo que estaba antes.