Rocío Lizárraga

"Veías en él a alguien que podía salvarte de ahogarte, cuando él esperaba el momento de lanzarte al océano."

Pensaba que las personas sabían distar las actitudes sarcásticas de lo que en realidad sucede. Es necesario volver a esos tiempos.

Si piensas que, mi respiración agitada es la secuela de la emoción por verte,  pues, no es culpa mía reflejar tan bien que el aire me falta cuando hay alguien indeseable.
          
          Lo siento pero no lo siento.

Si en cada pisada no solo libero mi peso corporal, sino el mental, ahora comprendo que aquel camino cotidiano verdaderamente está resistiendo. Porque después de esta chica, viene y va él.

Debes estar confundiéndote, pensando que yo sería una víctima.

Tu y tus intentos fallidos por demostrar quién no eres. Déjale el trabajo a tus miradas, que estas lo harán mejor tu boca.

¿Se suponía que esas palabras debían lastimarme?
          
          Considera mejor que, tienes que dejar de estar dándome pena por esos ataques tuyos, que los piensas poderosos y dolorosos.

"Hasta hace un momento moría con el frío de esta noche. Dime por qué de pronto no siento ni una de las gotas de lluvia que caen a mi mano. Y veo, veo cómo resbalan. Genial. Ahora, ya has afectado uno de mis sentidos. Ahora, los otros deben mantenerse a expensas, cuando solo querían perder cuidado... de ti."
          
          Simplemente pensé, teniendo un sentido mío perdido en, el efecto que produjo la sonrisa que él me regaló.

He esperado tener el diálogo de miradas aquel del que todos hablan, y  continuaré con mi paciencia, hasta que decidas llegar.

Él necesita de nada para provocar de todo.