En el vasto horno cósmico, las estrellas son galletas divinas,
Crujientes galaxias horneadas en el tiempo, creando rutinas.
En el telar del espacio, las migas son hilos de destino,
Cada galleta caída, un camino nuevo, un rito.
Las galletas, pequeñas obras maestras de la creación,
Deslizándose en la leche del universo, una invitación.
La masa de posibilidades se mezcla con la levadura del azar,
Cada mordisco, una elección que el cosmos ha de probar.
En el festín cósmico, las galaxias se convierten en delicias,
El universo es una bandeja de galletas, lleno de caricias.
La receta del tiempo-espacio, con ingredientes cósmicos,
Las galletas como estrellas, en un horizonte etérico.
El crujir de cada bocado, una sinfonía en el silencio,
Las migas se despliegan, en un universo intenso.
Cada galleta es una pista en el rompecabezas del existir,
Un sabor de eternidad, en cada mordisco a fluir.
El aroma de la posibilidad se mezcla con la masa dorada,
Las galletas son portales a realidades, una travesía apetecida.
Así, en este poema de galletas cósmicas,
El universo hornea historias mágicas y fantásticas.
La danza de las migas, como estrellas fugaces en la noche,
Cada galleta desata un destino, una encrucijada que broche.
Que las galletas sean el centro de esta epopeya sideral,
Crujientes narradores de secretos, en cada rincón celestial.