sus manos escondían un obsequio para su amado de orbes plata, de costumbre no tenía hacer cosas del estilo9 románticas, por así decirlo, sin embargo, consideraba que no era una mala idea totalmente, ¿qué perdía con el intento, a fin de cuentas? el chico ya no era su simple amigo, conociendole lo suficiente, no debería haber algún problema.
De su envés dejó a la vista aquel alimento que les gustaba y solían disfrutar en conjunto. Él siempre le había enseñado a plantar los más sanos y deliciosos tomates que pudiera, hecho que siempre oía con atención, sabiendo que para algún momento de su vida le sería de ayuda toda esa enseñanza suya. La ocasión de sacarle provecho a sus conocimientos de los tomates gracias a el mayor había llegado.
╰──────❪❪✧ ཻུ۪۪ el mejor... solo para el mejor. ─── con una sonrisa algo avergonzada en el rostro le extendió su mano para entregarle aquel pequeño y rojo regalo, y quizá no solo el regalo era lo que estaba rojo.