Uno de los objetivos principales de Maquiavelo al escribir El príncipe fue elaborar la teoría política necesaria para hacer de Italia un Estado unificado, al mismo nivel que la España y la Francia de su época. Para lograr este objetivo era preciso contar, entre otras cosas, con fuerzas militares propias. Se trataba de una preocupación basada en datos empíricos. Los distintos Estados italianos utilizaban ejércitos de mercenarios y tropas auxiliares para enfrentarse a sus enemigos (las tropas auxiliares eran aquellas proporcionadas por otro príncipe). Comoquiera que sea, los italianos sufrían derrota tras derrota frente a los Estados extranjeros.
Maquiavelo considera un grave error utilizar las tropas de otro para defenderse. Así, llega a escribir que “los príncipes prudentes siempre evitan valerse de tales tropas, prefiriendo las propias, y querrán mejor ser vencidas con las suyas que vencer con las de otro, no estimando verdaderas victorias las que se alcanzan con ejércitos ajenos”. La razón es simple: las tropas auxiliares obedecen a jefes externos al Estado y resultan tan gravosas en la derrota como en la victoria, pues en ambos casos se saldan con la pérdida de autonomía. Es por ello que hay que reflexionar una y mil veces antes de recurrir a ellas; en este sentido, el florentino señala que “la escasa prudencia humana ve en muchas cosas la ventaja inmediata, y no el veneno que encierra”. La diferencia entre el político y el estadista radica en que el primero solo ve las ventajas inmediatas (arrimar el bochín en una elección, por ejemplo), en tanto que el segundo ve las consecuencias mediatas y las consecuencias más lejanas de esa decisión.
Maquiavelo habla de tropas y de autonomía.