Ella nunca me mira y yo la veo hasta en sueños.
Ella vive leyendo libros y yo la escribo en todos mis versos.
Su corazón es un lienzo blanco en el cual yo quiero pintar,
los colores del arcoiris y el movimiento del viento al soplar.
Creo que nadie nunca ha apreciado lo perfectas que son sus manos,
que de tanto coger libros, tiene una postura angelical en los dedos.
Siempre sueño con tocar su cabello,
descubrir si es realidad aquello inexplicablemente bello.
Cada vez que ella aparta los ojos del mundo,
mi mundo se concentra en ella y todo se vuelve confuso.
Algún día sabrá lo que siento y no me importa si no quiere ser mía,
que prefiero verla libre, y yo ser el loco admirador.
Nadie nunca la vio como yo,
nadie nunca la admiró como yo,
nadie nunca la conoció como yo,
nadie nunca la amará como yo.
Jamás nadie nunca corrió tanto peligro como yo alguna vez,
de quedar noqueado por la mirada de un hada disfrazada de mujer.