" Existe un sabor divino en el placer culposo del engaño, es que el cuerpo se estremece a lo desconocido y más cuando ya conoces el sabor de lo prohibido, el placer de agitarse y estremecerse por un cuerpo ajeno, por algo nuevo y que llena tus sentidos. Un beso de esa índole, una caricia con esa intención, una mirada con ese deseo y un orgasmo con ese sabor. Arder bajo la premisa de un encuentro , el primero y el ultimo, esa adrenalina que te llena entre el miedo y la pasión, si es correspondido en las circunstancias... Con un solo dedo se abren las puertas y entonces solo queda quemarse hasta el amanecer.".....