Oye, ¿has pensado alguna vez que si las personas fueran constelaciones...? Es que leí un libro Xd y me puse a pensar, ¿no?
Imagina el cielo nocturno, pero en vez de estrellas, son personas. Cada uno de nosotros, es una constelación única, con sus luces y sus sombras. Cuando nacemos, ¡pum! Nueva constelación, un montón de puntitos de luz que empiezan a brillar.
Cada puntito es un momento, ¿sabes? Un gran amor, ¡una estrella que brilla que te cagas! Una tristeza, una lucecita chiquitita que apenas se ve. Y las líneas que unen los puntitos, esas son nuestras relaciones: amigos, familia, amores... Unas constelaciones se acercan, sus luces se juntan y brillan más fuerte. ¡Eso es cuando conectamos con alguien! Pero a veces, una constelación se aleja... sus luces se van apagando poco a poco. Es cuando alguien se va de nuestra vida, (creo) ¿no? Pero siempre quedan las huellas de su luz.
Hay constelaciones que brillan un montón, ¡son las personas que dejan huella! Y otras que son más discretas, pero igual de importantes. Son esas personas que te escuchan, que te apoyan sin hacer mucho ruido. Y cuando morimos... nuestras luces se apagan, pero nuestra energía sigue ahí, alimentando otras constelaciones. Es como si nuestra historia se convirtiera en parte del cielo.
¿No es una pasada? Es como si todos estuviéramos conectados, formando parte de un universo enorme y maravilloso. ⭐
