el zombie iba saltando de techo en techo, sus ojos, ocultos bajo la sudadera característica que utilizaba, analizaban y escaneaban cada rincón con el fin de asegurarse poder recorrer el área sin temor a que pudiesen dispararle, buscaba algo, o bueno, a alguien... ¿ a quién ? no sabía, pero apenas lo viese lo sabría.
finalmente lo encontró, por lo que con un poderoso grito característico de él saltó hacia este, y tras arañarlo o arañarla en busca de ver que no tuviese armas, le dejó un cartel que torpemente tenía escrito “humano no peligroso, llegada feliz”... no lo culpen, es un zombie al cual apenas le queda rastro alguno de humanidad.