Uno, expande su cuerpo más allá del límite. Dos, su eco metálico se escucha allí en las lejanas estrellas. Tres, contrae y vuelve a empezar... Uno, Dos, Tres, el ritmo se repite sin cesar; Uno, Dos, Tres, constante golpeteo que nada parece provocar. Su susurro se pierde con el viento, repitiendo aquel terrible tono sin parar.
Implacable locura que invade a todo ser, resulta imposible resistirse al ritmo bailar, y con cada paso la carne parece arrancar, el alma parece destrozar, la muerte observa y solo puedes olvidar... Entonces el ritmo desagradable se desvaneció... Y con el silencio, la locura terminó por encontrar un hogar.
Entonces... Aquello era esa maldad... Aquello que el difuso grabado en la Torre del Comienzo describía como una maldición, aquella aberración sin forma a la que conocen como la Novena Melodía, una de las diez pesadillas que evoca el repulsivo placer del Nuevo Cosmos de la sagrada y piadosa Madre Creadora.