Había huido un pequeño susurro que quiso desprenderse de la gota más cara de la vida, con un propósito que lentamente se iba extinguiendo, mas aquella desgracia, si es como se la puede llamar, se aferró a su existencia, a su razón de ser. Su propósito, el olvido... el más gustoso de ese placer, que por momentos cabalga sin descanso a la viva voz de una dulce venganza, porque simplemente las cosas no pasaron como sucede en los sueños. Ese susurro rebelde que pide vivir, aunque cueste tanto. Ni si quiera el lamento de un par de líneas para el consuelo, pero sí de tal manera en que sea un fruto de la inspiración para seguir viviendo. Aquel hilo rojo que lo conservo con veneración.
Mi palabra.