Loca a ratos, cuerda por apariencia.
Una combinación entre dulzura y perversión que muchas veces espanta.
De corazón noble y mente perversa. ¿Qué puedo decir? Tan sensible como cruel. Tan educada como rebelde. Las circunstancias deciden por mí.
Escritora desde el tercer grado, cuando mi profesora de español elogió un texto de mis tareas; y me sentí segura en las letras. Fueron mi refugio cuando el mundo no me parecía suficiente; y hasta el día de hoy no me arrepiento. Amante de la poesía libre desde que la rima me sonaba a amor, cuando yo tenía el corazón tan roto. Melancólica, sarcástica, inestable. Así fui, mientras la música no me daba las respuestas y me las inventaba en la parte de atrás de la libreta, dando a las matemáticas por imposibles. 
Lectora desde que la chica que se sentaba delante me dijo: "Necesitas un dios griego en tu vida" y yo no la entendí. Hasta que descubrí que existen libros para todos los gustos, que, aunque no te enseñen lecciones de moral; son el mejor analgésico para una vida monótona y la mejor razón para visitar un psicólogo. Las novelas fueron lo siguiente: romance, juvenil, fantasía, ciencia ficción, misterio, erótica. Desde los autores más populares hasta los que recién empezaban. Sin resistir más la tentación, comencé una historia como un juego y ya no pude dejar de escribir. 
Una vez más, me enamoré de las letras y lo que ellas encierran. Los libros se convirtieron en mi escape;  me enseñaron a soñar en grande, me mostraron la línea inquebrantable entre realidad y ficción, me enseñaron que, sin importar qué suceda, siempre hay motivos por los que sonreír. 
Una humilde escritora que se crea un mundo a su antojo. Una lectora insaciable que sueña más de lo que crea. Esa soy yo.