Un Milagro
Hoy quisiera contarles una anécdota reciente. Últimamente, las cosas no salieron como me hubiera gustado, cosas que nos pasan a todos. Por ese motivo, quise salirme de la literatura un rato.
Opté por un partido de fútbol. Uruguay-Colombia. Partido especial porque mi país venía mal, porque no convertíamos un gol en 4 partidos, porque todos decían que perderíamos, porque Colombia traía un invicto en eliminatorias y venía siendo nuestro verdugo. Uruguay venía golpeado, y yo andaba en la misma, así que, ¿por qué no?
Cacé mi bandera, y al estadio. Como era de esperarse, minuto 31, gol de Colombia. Allí estaba, viendo perder por primera vez en un estadio a Uruguay. Incluso llegué a pensar que la mala suerte me estaba persiguiendo a todos lados.
Sin embargo, algo pasó: por hilos del destino, Colombia hizo una gol en contra. Uruguay revivió e hizo un segundo gol. 2 a 1. Los milagros existían, o eso pensábamos todos hasta que llegó el minuto 96.
Último minuto, última jugada, y gol de Colombia. Por un instante, el silencio fue de desolación. Empatar no era tan malo como perder, pero por algún motivo se sentía como un puñal letal.
"Se acabó", pensábamos todos. Un minuto se había añadido por la revisión del gol. No habíamos anotado en media hora, ¿cómo anotar en 1 minuto? Una vez más, imposible. Última jugada, última oportunidad, y, en los últimos segundos, Uruguay marcó el 3-2.
Miré a mi hermana. No entendía nada. ¿Era real? Minuto 101.
Era un milagro.
El partido acabó, todo el mundo se paró y gritó, pero yo me senté y lloré.
Y es que, a veces pienso que esto de escribir es una locura que no me guiará a ningún lado, un sueño destinado a morir, un imposible, pero luego llegan estos momentos, luego llega la vida y sus maravillosas jugadas capaces de dejarte en jaque y solo puedo pensar una cosa: los milagros existen. Y lo mejor de todo: nunca se sabe cuándo podrá tocarnos a nosotros.
Por eso, rendirse no está en el manual. No para los uruguayos, al menos.
