primera actividad.
dulce mía.
incapaz de negarse a las insistencias de su
madre, la mujer había asistido a aquella reu
nión.. de la cuál, sinceramente, no esperaba
ser partícipe; a fin de cuentas, bien sabía de
las segundas intenciones de su progenitora
al ser tan porfiada: obligarla a encontrar un
marido en cualquier situación, por más inap
ropiada que fuese. cosa qué claramente no,
al menos no en esta vida, pasaría de no ser
por un milagro.
sentíase totalmente fuera de lugar e insegu
ra de sí, por lo qué solo le esperaba el distra
erse con un par de bebidas.. sin percatarse,
claro está, de su poco aguante al alcohol. el
cuál generaría un giro de 180° a su huraña e
insignificante personalidad.
ahora ahí yacía ella, mostrando un nuevo rostro,
más vivo qué el de tres bebidas atrás y divirtién
dose con quién se le colocase delante; sin emb
argo, ¿quién habría adivinado qué a cambio ella
se volvería honesta en demasía?
de vestimenta, un vestido bermejo qué roza la
dermis.. simplón, y poco a juego con el lugar.
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felina darlene.
por su parte, terminó en aquel lugar por mera
coincidencia. cuál minina curiosa había llega
do tras escuchar a sus compañeros del café
hablar maravillas de la festividad. a la cuál, si
nceramente, no le encontraba el encanto.
olía a gente sudada y los ruidos eran más qué
irritantes; entonces, ¿por qué seguía ahí? la re
spuesta era más simple de lo que se creería, y
esa es: qué los rostros qué atisba no eran tan
desagradables como el lugar.
disfrutar de la vista, y quizá corresponder los
aburridos juegos de los humanos, no parecía
mala idea. aún tenía un par de horas hasta vo
lver a su vida felina.
de vestimenta, tenía el sencillo conjunto de
cuándo aún estaba de turno: pantalones de
vestir y una camiseta blanca lisa, con unas
zapatillas de piso para no errar. ella también,
desconociendo la etiqueta del lugar.